martes, 14 de julio de 2009

Noche 4 - Dia 5





XI’AN




Hoy es el día de los guerreros. Vamos a visitar el museo de los guerreros de terracota. En primer lugar pasamos por la fábrica estatal de guerreros, que funciona a pleno rendimiento, fabricando miles de estatuillas, que luego son vendidas a los visitantes. Nos piden 8 euros por cada pieza, cuando en España, en cualquier tienda de chinos, valen 2 o 3 euros, y te dan cinco con una cajita, que ahora sabemos que es auténtica.


Después de efectuar varias compras, pasamos al museo. La verdad: nos engañan como europeos (eso de que “los engañamos como chinos” vamos a ir dejándolo de lado), porque en todos los casos, los engañados somos nosotros. Primero nos dicen que los autobuses no pueden pasar de un cierto sitio, que está bastante alejado, pero que han puesto un servicio de coches eléctricos, que valen 50 céntimos ( 5 yuanes) y nos evitamos andar bastante rato al sol. Luego resulta que cuando se termina la visita, no hay cochecitos para hacer el viaje de vuelta, y entonces te das cuenta de que la distancia tan enorme de que hablaba la guía, son apenas 100 m. Y encima pasas por delante de todas las tiendas que hay a las puertas del museo, para que compres algo, porque seguro que en uno u otro chiringuito, picas algo. Dentro de la explanada del museo, cientos de vendedores ilegales, te ofrecen una caja con cinco figuras, por un dólar. Cuando les dices que si, resulta que era un dólar cada figura, pero si regateas lo suficiente, consigues la caja completa por 10 yuanes (1 dólar), que era lo que te daban a entender al principio. Si no sabes regatear, te la venden por dos o tres dólares.


Es tal la desconfianza que genera el comportamiento de los chinos, que al final ya dudábamos de que los guerreros fueran los auténticos.

Mientras realizamos la visita, nos explican que las piezas estaban todas rotas, porque hace mucho tiempo, el último emperador de la dinastía Qin, que fue el primero de toda China, resultó muerto en una revuelta campesina, y como consecuencia de ella, la tumba fue saqueada e incendiada, y las armas que portaban los guerreros robadas, para que no pudieran defender en la otra vida a su emperador. El techo, (que debía ser precioso) al ser de madera, cayó sobre los guerreros, y acabó con la mayoría de ellos, que se encuentran casi siempre rotos en miles de pedazos. En fin, creo que esa historia o algo muy similar, la hemos oído antes varias veces, en otros lugares.


Después de la visita, comimos allí mismo, en un restaurante especializado en pasta: tallarines fabricados al momento por un hábil cocinero que pasa de la pasta cruda y en una bola, a unos tallarines finos, y sabrosos. La verdad: la cocina china es muy elaborada, muy variada, muy rica, y muy… picante, aunque nos la preparan especial para nosotros, casi sin picante (según dicen ellos).
Por la tarde, visitamos el barrio musulmán, ya que en la ciudad existe una colonia de musulmanes, de unas 50.000 personas. Era como si nos hubiéramos trasladado de repente, a cualquier ciudad mediterránea. Un auténtico zoco, donde te venden de todo, con calles estrechas (desde algunas casi puedes tocar ambas paredes con los brazos extendidos), y una mezcla de olores típica de cualquier ciudad marroquí, tunecina, o de cualquier otro país mediterráneo.

Vimos también la mezquita, que por supuesto, no tiene nada que ver con las que estamos acostumbrados a ver por aquí, ya que no tiene minarete, y aunque tiene algunas estelas de piedra con textos en árabe, casi nadie sabe lo que quieren decir. Acabado el paseo por el zoco, giramos visita a la pagoda de la Oca, aunque el grupo se dividió: Una parte fue al hotel, a ducharse y cambiarse para el teatro chino, y otra parte fue a ver la pagoda de la Oca.

A las18:30, ya estábamos todos reunidos de nuevo, dispuestos a cenar y asistir a una sesión de música tradicional china, en un teatro, que nos daba la sensación de que era el “Viva España” que hay en la carretera a Oliva, pero en China.Puede que fuera similar, pero la calidad del espectáculo era bastante buena. Los músicos y los danzantes, estuvieron durante hora y media, distrayéndonos con sus evoluciones. Fue algo muy emocionante. Y más, cuando antes de empezar el espectáculo, nos habían servido una cena de raviolis de 13 o 14 clases, que no había forma de acabárselos; y una sopa de pescado que estaba que quitaba el hipo.En resumen, una cena muy buena. Y para mas detalle, hoy era mi cumpleaños (60 añitos), y mis compañeros de viaje me tenían reservada una sorpresa. Apenas se acaba la cena, suenas las notas del “Happy birthday to you”, pero en chino, cantado por todos los componentes del viaje, y la mayoría de los turistas que llenaban el local. Hubo entrega de regalos y todo, e incluso una pareja de jóvenes mellizos que también cumplía años hoy y procedían de Holanda, bajaron a saludarme. Tuvimos tarta y todo. En resumen, un recuerdo de los 60 años para no olvidarlo.

Y mañana, volveremos a coger el avión, para comenzar una nueva etapa en nuestro periplo por estas tierras, ya que abandonaremos Xi’an, que como ciudad es digna de ser visitada, y volaremos hacia el lugar donde comenzaremos nuestro crucero de tres días, a través del río Yantzhé.

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